PARA QUE CREAN Dr. F. J. May y Dr. H. Lynn Stone Sección II– El Buen Pastor alimenta Sus ovejas (Juan 10-17) Conferencia 8, El Evangelio Para El Agobiado Corazón De Tomás (Juan 14:5-6)

A. Introducción

         1. La pregunta de Pedro En la lección pasada hablamos sobre la pregunta que Simón Pedro le hizo a Jesús: “Señor, ¿por qué no te puedo seguir ahora?” En esta lección veremos la pregunta que Tomás (también llamado “Tomás el incrédulo”) hizo. Personificado en su pregunta se encuentra un corazón afligido clamando al Señor Jesucristo.
         2. La respuesta dada a la pregunta de Simón Pedro se encuentra en los primeros versículos del capítulo catorce, “no se turbe vuestro corazón”. Pero, en respuesta a ese corazón atribulado Jesús respondió: “creed en Dios, tened fe en Dios, creed en Cristo, creed en un lugar, el cielo, que el Señor fue a preparar, y creed que Él vendrá otra vez”. Esa fue la respuesta que Jesús dio a Simón Pedro.
         1. La declaración de Jesús Jesús dijo: “Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino”. Tomás entonces contestó: “Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino?” Aquí lo vemos en la presencia del Hijo de Dios con un corazón lleno de dudas y temores sin entender lo que Jesús les estaba diciendo.
         2. Jesús les había dicho que pronto les dejaría, que iría a un lugar donde ellos no le podían seguir. Ellos se acercaron con corazones atribulados sin entender lo que Él les decía, sin entender el propósito de Su vida y ministerio.
   1. La pregunta de Tomás

a.
    La inherencia de la pregunta de Tomás Lo que Tomás estaba realmente diciendo era, “Señor, no sabemos a dónde vas. No sabemos el propósito de tu ministerio. No entendemos lo que nos dices. No sabemos el destino de tu vida. No podemos ver el fin. ¿Si no sabemos a dónde vas, cómo podremos conocer el camino? No sabemos cómo llegar a un lugar que no conocemos”.
b.
    La lucha de Tomás Tomás luchaba con (realmente eran las incógnitas de estos cuatro hombres) cada pregunta que era basada solamente en lo que el ojo natural podía ver en ese momento. Simón Pedro quería ser capaz de ver a Jesús y estar en Su presencia constantemente. A Pedro le preocupaba estar separado del Señor.

Ahora Tomás quería ver el fin de la vida. El final de su jornada. Quería ver el fin ya, él quería ver el último capítulo de su vida antes de vivirla día tras día. Tomás quería irse al final del libro de la vida y leer sobre el fin.

         1. La lucha del hombre con su vista Las otras preguntas que Felipe y Judas hicieron a Jesús también revelan que ellos luchaban con lo que conocemos como la vista. Ellos querían una religión y una fe de vista y entendimiento en el presente. ¡Oh, que consolador y maravilloso sería eso! ¿No es maravilloso cuando somos
         2. llenos de entendimiento e iluminación, las preguntas se desvanecen y las nubes y la oscuridad se van y somos capaces de contestar toda pregunta? Esa es una experiencia maravillosa y fascinante. Pero el propósito de Dios no es que nosotros entendamos cada paso de nuestra jornada y que todas nuestras preguntas sean contestadas antes de que llegue a nuestros corazones.
   1. ¿Por qué no siempre podemos ver? Si siempre pudiéramos ver y entender todo lo que nos ocurre, entonces no conoceríamos lo que es el gozo de tener a Dios como nuestro guía. No tendríamos el gozo de experimentar el tipo de fe que toma la mano de Jesús y se aferra a ella en las buenas y en las malas o cuando las cosas se ponen pesadas. No conoceríamos el gozo de preservar y pelear la buena batalla de la fe y aferrarnos a nuestra vida eternal. No conoceríamos el poder ni la fortaleza que provienen de vivir una vida en fe.

B. Primer paso de Tomás en la lucha por su fe

1. La resurrección de Lázaro Cuando observamos a este hombre en la lucha por su fe, le vemos en tres ocasiones diferentes, en tres panoramas y ninguno de ellos es bonito. Ya hemos mencionado el primero en el capítulo once cuando Jesús y los discípulos estaban lejos, la tragedia llegó a Betania y Lázaro murió. Les llegó la noticia: “he aquí el que amas está enfermo”. Estaban retorciendo Su brazo y poniéndole esa presión humana de los buenos amigos.

Pero por alguna razón, Él no quiso regresar inmediatamente. Finalmente llega el momento enque Él decide regresar y le dice a Sus discípulos: “Vamos a Judea otra vez”, aquí vemos a Tomás preocupado y atribulado. Tomás sabe del conflicto, él conoce esas presiones, conoce los temores, sabe de los problemas que Jesús enfrentaría al regresar al corazón de la comunidad judía.

Ansiedad llena su corazón y se da cuenta de lo que puede pasar. Así que él le dice a los demás: “Vamos también nosotros, para que muramos con él”. Esto muestra una desesperación leal. Un tipo de desesperación que proviene de estar resignados a lo que venga. Un tipo de desesperación ciega tratando de seguir a Jesús y esperando lo peor, vencido por la depresión, vencido por el desaliento y no siendo capaz de ver con ningún tipo de optimismo y fe. Siguiendo al Señor, pero esperando lo peor. Y, tener que vivir con eso en este es algo trágico para cualquier persona. Tratando de seguir al Señor, pero desdichadamente tratando de aferrarse a la fe que no alcanzan. Siguiendo al Señor, pero esperando lo peor.

Quiero decirle, amigo, que Jesús regresaba con un motivo, resucitar a Lázaro. Él iba a regresar por un avivamiento, regresaba para demostrar Su autoridad y pode r, poder sobre la muerte misma.

2. Los milagros ocurridos al seguir a Jesús Cuando usted sigue a Jesús, usted puede esperar grandes cosas, cosas milagrosas. En el momento de oscuridad, usted puede esperar que la luz salga. En el momento de debilidad, uste d puede esperar que la fortaleza inunde su vida. En el momento en que las nubes se acercan, usted puede esperar el claro sonido de la voz de Dios alcanzándole y dirigiéndole. En el momento de la muerte, usted puede esperar que Jesús, quien es la resurrección y la vida, esté con usted.

Cuando usted sigue a Jesús, usted no tiene que temer, no tiene que preocuparse. Cuando usted sigue a Jesús, no tiene que esperar lo peor. Ese es el primer paso.

C. Segundo paso de Tomás en la lucha por su fe

   1. Tomás quiere ver el fin Ahora sí llegamos a nuestro texto, “¿cómo, pues, podemos saber el camino?”. Este es el segundo paso en la lucha de Tomás, él quiere ver el fin. Tal pareciera que no puede seguir su jornada si no ve su destino. No puede soportar las curvas del camino, quiere ver más allá de ellas.
   2. El “camino” es una persona Tomás no puede esperar a que llegue la mañana para ver la luz. Un poco impaciente, él quiere saber ya. Pero, Jesús le enseñará que no necesita saber el fin para poder tener fe en Dios. Usted no necesita saber su destino para poder tener fe en Dios. Todo lo que debe conocer es el camino y ese camino es una persona, Jesús. Jesús dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida”. ¡Aleluya! ¡Oh, aleluya!

Escuche, amigo, usted no tiene que conocer el mañana, no tiene que conocer lo que ocurrirá la semana que viene o el próximo año, no tiene que saber lo que el mañana traerá. Todo lo que usted necesita saber es que el camino es Jesucristo, el Hijo del Dios viviente. ¡Aleluya!

Con sus ojos puestos en Él, usted puede caminar aun sin saber hacia dónde le llevará esa senda. Con sus ojos puestos en Él, usted puede caminar en fe y entendimiento aunque usted no sepa loque hay a la vuelta de la esquina. Con sus ojos puestos en Jesús, sabiendo que Él es el camino, usted nunca tendrá temor de flaquear o caer. Él es el camino. Él es todo lo que usted necesita.

3. La “verdad” es una personaNo solamente eso sino que Él es la verdad. Diligentemente buscamos la verdad, la buscamos en los libros, en los discurs os que escuchamos. Buscamos la verdad en las personas, en las instituciones. Siempre estamos en búsqueda de la verdad, al punto de ser casi cínicos y pensar que nunca la encontraremos o la escucharemos. Nuestros corazones están cargados y atribulados por la confusión de las dudas. Nubes de dudas que flotan en nosotros y que casi nos ahogan con tempestades de duda y temor que llegan a nuestro espíritu.

La verdad no es un libro, la verdad es una persona, Jesucristo el Hijo de Dios. El conocerle, tenerle en e l corazón y la mente significa que usted debe echar fuera toda duda. El conocer la verdad le hace libre. Jesús dijo: “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. Más adelante también dijo: “Así que, si el Hijo del Hombre os libertare, seréis verda deramente libres”.

El conocer a esta persona que es la figura de la verdad es ser libres de la ignorancia de estemundo y del mundo venidero. Conocerle a Él es ser libre, ser liberado de la trivialidad y la confusión que parece cubrir nuestra tierra con una nube que la cubre de la contaminación de nuestra atmósfera.

Este es el tiempo cuando tal confusión parece reinar y penetrar el corazón de las personas. De repente, para cuando usted haya edificado fe en su personalidad, dicha fe será quebrantada. Quiero pedirle que usted ponga sus ojos en Jesucristo para que usted nunca tenga que hablar con el temor de la duda o con ninguna preocupación invadiendo su mente porque Él dijo: “Yo soy la verdad”.

4. La “vida” es una persona El Señor le dijo a Tomás, “todo lo que debes saber no es solamente el camino y la verdad, sino también la vida, porque Yo soy la vida”. Como ve, ya hemos observado que la resurrección no es un día, la resurrección es Jesús. La vida no es simplemente lo que usted vive, la vida es la persona que usted recibe. El cristianismo es un camino por el cual caminamos en la presencia del Hijo de Dios, siguiendo Sus pasos, caminando en fe, viviendo bajo Su gracia, viviendo en Su poder, caminando por donde ¡Aleluya!

Me agrada el canto que dice: “Nada sé sobre el futuro. Desconozco lo que habrá… Muchas cosas no comprendo del mañana con su afán. Mas un dulce amigo tengo que mi mano sostendrá”. Usted no tiene que saber lo que le depara el futuro, todo lo que debe saber es quién sostiene esefuturo. Él extiende Su mano sobre la vida, Él le ama y hará lo correcto para con usted. Nunca llegará el día en que usted se incline ante Su presencia para decirle, “Señor, hiciste mal contra mí, me decepcionaste”.

Ahora me siento tentado de decirle a Tomás, “Tomás, en la lucha por tu fe, tu desesperación, tu depresión, tus preguntas, tu indiferencia, tu falta de fe, visión y espiritualidad me impaciento contigo. Tomás, me molesto contigo. ¿Cómo es posible que cuando estás ante la presencia del Hijo de Dios no muestres una fe mayor?

Pero entonces Tomás me contestaría, “Recuerdo aquellos días cuando TÚ luchabas en lasprofundidades de la depresión, puedo recordar aquellos días cuando TÚ luchabas por encontrar algo a que aferrarte. Puedo recordar aquellos días cuando tus rodillas temblaban y tu lengua se adormecía porque no era llena de alabanza y adoración a Dios, sino que estaba llena de confusión y balbuceo”.

Sí, podría impacientarme con Tomás si no fuera por el hecho de que conozco bien esa ruta por la cual él ha pasado. Conozco donde se ha detenido, conozco su lucha y la entiendo, muchas veces he querido ver más allá y he sido impaciente. Pero escúcheme, el mensaje es real, Jesús es el camino, la verdad y la vida.

Nadie puede llegar al Padre sino por Él. Por medio de Jesús podemos llegar al trono. Por medio de Jesucristo podemos alcanzar al Dios Todopoderoso y Su glorioso poder. Él es el único camino por medio del cual podemos alcanzar el trono. “No se turbe vuestro corazón”, dijo Jesús. Cristo es el camino, la verdad y la vida.

D. Tercer paso de Tomás por su fe – la resurrección de Jesús

Esto ocurrió después de la resurrección de Jesús. Tomás estaba tan acostumbrado a caminar en duda y temor; estaba tan acostumbrado a resignarse a su depresión y a sus faltas; tan acostumbrado estaba como para no ser capaz de mirar en fe y entender el propósito principal de la voluntad de Dios. Cuando escuchó que Jesús había sido crucificado, eso significó el fin para Tomás.

1. Tomás ausente Cuando los discípulos se reunieron, Tomás no estaba con ellos. Se reunieron en una pequeña habitación para consolarse mutuamente y entender lo que estaba pasando, pero Tomás ni siquiera intentó ir con ellos. Ese fue el día que no llegó a la iglesia.

Me parece algo extraño que las personas que sie mpre están luchando con los asuntos de la fe, que quieren ver a Dios moverse, quieren ver una demostración de amor y compañerismo en la vida del pueblo de Dios, tal pareciera que cuando llega el momento de un desborde de bendición, ellos no están presentes ese día.

Tomás estaba ausente. Jesús se les apareció a los otros que estaban en la habitación y les dio una bendición especial diciendo: “Recibid el Espíritu Santo”. Él habló con ellos y les dio una bendición de paz y seguridad, pero Tomás no estaba entre ellos.

Es una tragedia cuando Dios se mueve y usted no está ahí para recibir y disfrutar Su bendición. Ellos vinieron a Tomás a decirle, “debiste haber estado con nosotros. Al Señor hemos visto”. Aquí está la palabra clave “visto” de nuevo. “Al Señor hemos visto”. Pero, él contestó: “Si no viere…la señal…no creeré”. Como usted puede apreciar, para Tomás el creer viene del ver.

2. Tomás presente Pero la historia no termina ahí. Tomás se estaba retirando del grupo; de alguna forma ya no era parte de su fe por ahora. No puede disfrutar o regocijarse, no puede gritar de gozo con ellos que tenían un Señor resucitado y que le habían visto. Pero la historia no termina ahí. La historia no termina con Tomás fuera del grupo, con lass manos en su rostro y sollozando por sus dudas y temores. Él le hizo una visita especial.

Jesús vuelve al grupo para verles, pero vuelve especialmente para ver a Tomás. “Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira…y acerca tu mano…en mi costado”.

Esto me enseña que Jesucristo el Hijo de Dios le conoce, le ama y le entiende. Este Señor resucitado pasará por los siglos para verle en su momento de desesperación y sombras. Puede que usted se sienta solo, que no vea la ruta, pero Jesucristo le conoce.

Él sabe dónde usted está. Él le ama, Él entiende su personalidad, Él viene y le llama por nombre. ¡Aleluya! Él viene con reafirmación, bendición y gracia.

Como ve, el Señor entiende las luchas de la fe. Él entiende lo que la duda y el temor puedenhacer. Él entiende cómo Satanás golpea a algunas personas, las golpea por su falta de entendimiento y fe. Por eso Él viene. En este tiempo de presión y problemas, en estos días de sombras, nuestro Señor Jesús traspasa los siglos para hablarnos y se posa en nuestro corazón y vida diciendo: “No se turbe vuestro corazón; creed en Dios, creed también en mí. Recibid mi Espíritu. Recibid mi paz”. ¡Aleluya!

Tomás cayó sobre su rostro diciendo: “¡Señor mío, y Dios mío!”. Jesús le contestó: “Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron”. Lo que Juan está diciendo aquí es que usted no tiene que ver con los ojos naturales para tener fe en Jesucristo.

Conclusión

Una vez pasé por un valle como ese. Oré pidiendo entendimiento y fe. Quería tener una reserva del poder y la gracia de Dios. ¿Acaso no sería bonito tener una tarjeta a la que se pueda recurrir en cualquier momento que se necesite una cantidad especial de gracia, y, pasar la tarjeta por la máquina cuando se necesite?

Pero no es así como funciona. Un día, yo manejaba por la autopista de Louisville, Kentucky. Mientras manejaba y oraba, el Señor me impactó con una ilustración. Él me dijo, “Joe, ¿sabes este Plymouth, un carro viejo y azul que manejas? Está equipado con varios controles automáticos. Debes necesitar la servodirección para que pueda tomar el control y ayudarte. No necesitas servodirección si vas derecho sin tomar ninguna curva. Pero, si empiezas a curvar, entonces se activa el control y comienza a funcionar. Si llegas a un punto crítico, ahí es cuando de veras activas el control. Puedes controlar el vehículo con un sólo dedo porque está bajo el control de la servodirección. Él me dijo, “Así mismo es como yo obro en tu vida, cuando tú estás en un punto crítico y luchas, ahí es cuando yo activo mi poder. Cuando te encuentras en una contienda y luchas, es ahí cuando llega la fe. Cuando te sientes débil, es ahí cuando llega la fortaleza”.

Pensé en esta ilustración mientras me dirigía hacia una conferencia de oración. Entré al servicio esa noche y ni siquiera recuerdo quién predicó. Todavía estaba cautivado por lo que el Señor me estaba mostrando. Esa noche durante el servicio, lo escribí en forma de expresión poética. Se llama “Cómo orar”.

No pida por una bendición sin dar bendición. No pida por gracia sin esperar que venga la prueba. No pida por paz sin esperar que venga el conflicto. No pida por fe sin esperar lucha. No pida por fortaleza sin esperar dificultad. No pida por esperanza sin tener ninguna meta. No pida por gozo sin esperar carga. No pida por poder sin tener amor. No pida por orientación sin ser obediente. No pida por éxito sin tener prueba. No pida por gloria sin tener humildad. No pida por la vida sin tener que morir. 

En la lección pasada hablamos sobre la pregunta que Simón Pedro le hizo a Jesús: “Señor, ¿por qué no te puedo seguir ahora?”