PARA QUE CREAN Dr. F. J. May y Dr. H. Lynn Stone Sección III – El Señor reina por medio de Su pasión (Juan 18 -21) CONFERENCIA 5, El Señor Y Pilato Quien Le Juzgó (18:28 – 19:16)

A. Jesús entregó a Pilato

Juan 18:28-32

“Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era de mañana, y ellos no entraron en el pretorio para no contaminarse, y así poder comer la pascua. Entonces salió Pilato a ellos, y les dijo: ¿Qué acusación traéis contra este hombre? Respondieron y le dijeron: Si éste no fuera malhechor , no te lo habríamos entregado. Entonces les dijo Pilato: Tomadle vosotros, y juzgadle según vuestra ley. Y los judíos le dijeron: A nosotros no nos está permitido dar muerte a nadie; para que se cumpliese la palabra que Jesús había dicho, dando a entender de qué muerte iba a morir”.

    1. La hipocresía de aquellos que no querían contaminarse La hipocresía de los que trajeron a Jesús ante Pilato era inconcebible a la mente racional. Ellos rehusaron entrar al tribunal del gobernador gentil “para no contaminarse”. Según el Mishnah, “los lugares de habitación de los gentiles son inmundos” (Ohol. 18:7). Ellos querían estar listos para “comer la pascua” ese día. Ellos no estarían en la misma casa con un procurador romano y tal odio ardía en sus corazones que ellos intentaban matar a Aquel que era la verdadera pascua.
    2. Sin embargo, la misma hipocresía puede verse hoy. Hay hombres blancos que se sientan a la Cena del Señor pero se niegan a comer el pan de Pascua con las mujeres negras. Hay creyentes en la santidad que llevan sólo ropa anticuada pero condenan al infierno a todos los bautistas. Hay pentecostales que hablan en otras lenguas pero no danzan con un carismático. Hay miembros de la iglesia que gritan en cada servicio de avivamiento pero no comparten el cáliz con un católico. Tal es la hipocresía de aquellos “que no quieren contaminarse”.
    1. La sinrazón del odio Cuando Pilato le preguntó a los judíos sobre sus acusaciones, la emoción del odio les volvió una muchedumbre irrazonable. En lugar de presentar los cargos que eran requeridos por la ley, ellos simplemente contestaron, “Si éste no fuera malhechor, no te lo habríamos entregado”. No había ninguna razón para esta contestación gruñona. ¿Cuál es la acusación? ¡Sólo respondió su odio!
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      La hipocresía de los que trajeron a Jesús ante Pilato era inconcebible a la mente racional. Ellos rehusaron entrar al tribunal del gobernador gentil “para no contaminarse”.