PARA QUE CREAN
Dr. F. J. May y Dr. H. Lynn Stone
Sección II – El Buen Pastor alimenta Sus ovejas (Juan 10 -17)
Conferencia 3, La Resurreción Y La Vida (Juan 11)
Escritura: Juan 11:21 26
“Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto. Mas
también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará. Jesús le dijo: Tu hermano
resucitará. Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero. Le dijo
Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá”.
Introducción
Esas palabras de Jesús forman el mismo centro de nuestro mensaje porque quiero hablarle sobre
el tema principal de la resurrección y la vida como se demuestra en las afirmaciones y palabras
de Jesús. También observaremos esa gran parábola representada de nuestro Señor cuando
resucitó a Lázaro de entre los muertos.
El capítulo 11 nos lleva a la culminación de lo que se denomina en Juan como el libro de señales.
Éste nos lleva a la última, la final, la gran señal, la señal del milagro forjado por Jesús como lo
indica el evangelio de Juan. Ya hemos visto seis grandes milagros, este es el séptimo y el más
climático y supremo.
Aquí también encontramos otro de los grandes “Yo soy” de Jesús, siendo éste el quinto.
Nosotros ya hemos visto cuatro y veremos dos más porque hay siete grandes “Yo soy” de Jesús.
Pero esta señal en particular, que parece ser la más importante de todas en el ministerio de Jesús,
sobre todo como lo relata Juan, nos lleva a una gran culminación del activo poder milagroso de
Jesucristo. Demuestra Su poder sobre la confusión y la oscuridad, sobre el mal del mundo y
también demuestra Su poder sobre la muerte y el mismo infierno.
Por eso quiero que veamos esta historia, la historia de Láza ro resucitado de entre los muertos.
A. Trasfondo
1. Jesús retrasa Su llegada a Betania
Jesús y Sus discípulos se habían marchado a otra región cuando Lázaro cayó enfermo y estaba a
punto de morir. Sus hermanas enviaron por Él. Ellas convocaron a Jesús a venir y ellas querían
que Él se diera prisa. Ellas lo necesitaban en ese momento porque su hermano estaba enfermo de
muerte. Pero Jesús se tardó en venir a ellas. De todas formas, realmente, Él no habría tenido
tiempo para llegar antes de que Lázaro mur iera. Entonces, Él retrasó Su regreso dos o tres días
más.
-Esta es otra de las ocasiones en que a Jesús se le impone un poco de presión y una petición
humana. Él no responde inmediatamente como es el deseo de las personas. Nosotros hemos visto
eso antes y lo veremos de nuevo en este gran evangelio. Pero por cada vez que a Él se le impone
presión humana y una petición especial, Él contesta en Su propia forma con un método y una
manera mucho más importante y profunda. Ésta es una manera que les será más útil a las
personas que han hecho la petición, que si ellos obtuvieran respuesta automáticamente a su
propia manera.
Yo le diría e insistiría que si el Señor no concede cada petición que usted lleva delante de Él, si
Él no oye cada oración que usted expone ante el trono de la gracia, si inmediatamente Él no le
oye la primera vez cuando usted piensa que Él debe hacerlo y cuando usted quisiera que Él lo
haga, puede que Él quiera probar un poco su fe o su determinación. Puede ser que Él quiera
llegar en Su propio momento, en Su propia forma para obrar Su perfecta y divina voluntad en su
vida.
Usted puede creer algo, Él nunca va a llegar demasiado tarde. Él siempre llegará a tiempo para
suplir su necesidad de acuerdo a Su voluntad. Cuando Él llega y obra de acuerdo a Su dirección
y liderazgo divino, usted estará contento, emocionado y satisfecho.
2. La resistencia de los discípulos
Así que Él se quedó un poco más de tiempo y finalmente dijo, “Vamos a Judea otra vez”.
Algunos de Sus discípulos le dijeron, “Rabí, ahora procuraban los judíos apedrearte, ¿y otra vez
vas allá? y vuelves bajo esa tremenda presión, probablemente te matarán”. Jesús contestó, “Todo
está bien, debemos volver allá. Sólo hay tantas horas en el día, el que anda de día no tropieza,
porque ve la luz de este mundo”. Él les dio una parábola para dejarles saber que la luz de Dios
brillaba en Su vida y que nadie podía quitársela hasta que Dios estuviera listo, hasta que Dios
estuviera listo para que Jesús fuera ofrecido.
3. La fiel desesperación de Tomás
Él empieza su camino y Tomás reacciona. Aquí encontramos una de las primeras menciones
sobre Tomás. Cada imagen que vemos de Tomás se muestra como si él estuviera tratando de
alcanzar algo y luchando, de alguna manera tratando de entender y creer en Dios, tratando de
aferrarse a la realidad de Dios. Aquí vemos la primera imagen de Tomás, él quiere ser fiel a
Jesús, con todo, él tiene miedo de lo que pueda encontrar. De manera que, aquí vemos cierto tipo
de fiel desesperación cuando se vuelve a los otros y dice, “vamos también nosotros, para que
muramos con él”.
Tomás regresaba en lealtad y esperaba la muerte. Pero Jesús volvía en Su propio tiempo y de Su
propia manera, y, regresaba con un propósito, para avivamiento, para renovación para
demostración del poder divino. ¡Aleluya! Quisiera decirle que cuando andamos con Jesús, a
veces no anticipamos la grandeza de lo que puede pasarnos. A veces cuando andamos con el
Señor pensamos que estamos pasando por lugares oscuros y nos da cierto tipo de fiel
desesperación y decimos, “Está bien, iremos aunque nos quiten la vida o nos cueste penalidad o
problema”. Como Tomás, vamos aun con miedo a la muerte misma.
¡Pero escúcheme! Cuando usted anda con Jesús, usted siempre puede esperar algo milagroso.
Cuando usted anda con Jesús, usted siempre puede esperar la demostración de Su poder glorioso
y omnipotente. Mientras usted ande con Jesús, nunca se sorprenda de lo que Él puede hacer.
¡Aleluya!
Porque cuando usted espera lo peor, Él trae lo mejor. Cuando usted espera oscuridad, Él trae luz
divina. Cuando usted espera sufrimiento, Él trae salud y sanidad. Cuando usted espera la muerte
misma, Él trae vida y muy abundantemente. ¡Aleluya!
B. La resurrección viene por medio de una Persona
1. Conversación de Jesús con Marta
Cuando ellos volvieron a Betania, Marta salió al encuentro de Jesús. Su queja hacia Él era
completamente natural. Ella corrió hacia Él y dijo, “Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano
no habría muerto”. Creo poder imaginar como se sentía Su corazón. Sabe que con más de treinta
años pastoreando, he tenido que retrasarme en ver a algunas personas, retrasar la respuesta a sus
peticiones, retrasarme en visitarles, retrasar el suplir sus necesidades y algunas veces
simplemente se me olvidan las responsabilidades y me siento tan mal y luego ellos solamente me
reprochan diciendo, ¿por qué no llegó antes? o ¿dónde ha estado?
Puedo entender como Él se podía sentir cuando ella salió con su propio dolor, pesar y con cierto
grado de amargura diciéndole, “Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto”.
Ella tenía fe, aunque estaba diciéndole esto de cierta forma negativa y con una actitud un tanto
necia. Lo que ella estaba diciendo es “yo sé que hubiera sido diferente si Tú hubieras estado
aquí”. En lo que ella falló de reconocer es que no hay distancia en la presencia del Hijo de Dios
porque Él puede estar con usted todo el tiempo. Cuando usted pasa por el valle de sombra y de
muerte, Él está allí con usted.
Pero ella no reconoció eso al instante, por eso dijo, “Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano
no habría muerto”. Jesús le contestó, “Tu hermano resucitará”. Marta le dijo, “Yo sé que
resucitará en la resurrección, en el día postrero”. A su vez Jesús le dijo, “Yo soy la resurrección y
la vida y el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá”.
Oh, le digo que me encantaría detenerme aquí y predicar durante algún tiempo sobre ese texto.
Permítame hacerle llegar directamente el pensamiento que cuando usted cree en Jesucristo, usted
tiene la vida eterna. Cuando usted pone su confianza en Él, usted no tiene que tener miedo de
vida o muerte. Cuando usted confía en Jesucristo, usted nunca tiene que preocuparse del
acercamiento de la muerte porque Él le libera de esa esclavitud. Él le libera de ese miendo y
permite que usted sepa que la muerte es solamente una puerta por la cual pasamos hasta las
regiones de la eternidad de Dios donde hay un desarrollo ilimitado, revelación, emoción y vida
por siempre y para siempre. ¡Aleluya!
Lo que Él está diciendo es que la resurrección no es un día, sino que la resurrección es una
persona. La vida no es un periodo de tiempo. La vida es una persona, es Jesucristo el Hijo de
Dios. En Él está la vida y esa vida es la luz del mundo. ¡Aleluya! Cuando usted le tiene dentro de
sí, usted se olvida del tiempo. Cuando usted le tiene dentro de sí, usted no tiene que tenerle
miedo a la muerte porque Él transciende todo y le eleva a usted tan alto que usted nunca
necesitará estar bajo la esclavitud del miedo a la muerte.
Yo he estado al lado de la cama de algunos santos de Dios que han dejado este mundo. He
sostenido sus manos al momento de morir. He sentido ese frío que subía por los miembros de su
cuerpo, con todo, les observaba cuando ellos dejaban las regiones mundanales y sus rostros
mostraban una sonrisa cuando ellos daban la bienvenida a las huestes celestiales que venían a
acompañarles para ir a las regiones de beatitud celestial para estar con el Señor por siempre. Él
es la resurrección. ÉL es la vida.
2. La conversación del Señor con María
Entonces Marta fue y sacó a María de la casa dónde gran número de vecinos y amigos habían
llegado para expresarles sus condolencias. Y ella dijo, “El Maestro está aquí y te llama”. María
salió. Ella estaba llorando. Marta pensó que ella enviaría a María calladamente y que ella
cuidaría de las visitas que estaban en la casa, pero ellos sabían que algo estaba pasando porque
cuando María salió ellos empezaron a salir y a seguirla.
María vino con un corazón amoroso y a la mis ma vez con un corazón apenado y amargado. Ella
musitó las mismas palabras que su hermana Marta: “Señor, si hubieses estado aquí, no habría
muerto mi hermano”.
Dice la Biblia que Jesús al verla llorando y al ver a los que la acompañaban, “se estremeció en
espíritu y se conmovió”. Esas dos palabras, estremecer y conmover, son palabras poderosas
tomadas del texto original. La palabra “estremeció” significa que Él se estremeció con
vehemencia. Se estremeció en lo profundo de sus entrañas. Este tipo de gemido se usa algunas
veces en referencia al bufido del enojo, a un estremecimiento convulsivo – a una abatimiento de
dolor con un toque de enojo. Un abatimiento porque las personas sufren. Un estremecimiento
porque la muerte llega. Un gemir porque los hombres y las mujeres deben enfrentarse a cosas
que no entienden, porque sufren la separación y el sufrimiento de la muerte. Se refiere al pesar
que se siente porque las personas tienen que sufrir.
Pero Él también sintió enojo. Estaba enojado con la muerte misma, enojada por las críticas que le
eran hechas. Enojado con las personas que le miraban y que falsamente le acusarían y tratarían
de quitarle la vida. En medio de todo esto, Él sintió la petición irresistible del indefenso amor de
María que le impulsaba a actuar. Entonces Él preguntó: “¿Dónde le pusisteis?”
C. Jesús lloró
1. El pesar y la ira del Señor
Entonces, la Biblia dice que, “Jesús lloró”. Él estaba ahí con Su alma cargada con una mezcla de
pesar y enojo. Eso es precisamente lo que la palabra conmover significa. Tres veces veremos en
este evangelio esta palabra usada en Jesús. Es un momento en que Su corazón está roto y es
violentamente conmovido desde sus entrañas, y, fue estremecido con una mezcla de enojo, pena
y dolor.
2. ¿Por qué lloró el Señor?
¿Por qué lloró el Señor? No fue porque se sentía triste por Marta y María porque Él las alegraría
muy pronto. No lloraba debido a la muerte de Lázaro porque Él le resucitaría pronto. ¿Realmente
por qué lloraba Jesús y por qué estaba lleno de tanta emoción, ira pesar, todo al mismo tiempo?
Le diré por qué. Porque Él sabía que cuando diera el mandato de vida a Lázaro y le resucite de
entre los muertos – esto significaba firmar Su propia sentencia de muerte y Él tendría que morir
para dar vida. Por eso es que Él se estremece vehemente y se conmueven Sus entrañas – porque
Él sabe que los acosos del infierno le harán mantenerse al margen de la tumba cuando ordene
“Lázaro, ven fuera”. Él sabe que ese momento será el decisivo para que ellos le busquen para
matarlo.
3. La pena del rechazo
Ésa es la mayor de todas las penas en este mundo. Cuando usted sabe que está haciendo lo mejor
que puede por alguien y le entrega su misma alma y vida por esa persona y aún así ellos no lo
valoran; de hecho, puede que ellos se vuelvan contra usted para maltratarlo y hacerlo pedazos.
Cuando usted sabe que le va a costar mucho el ser de bendición para alguien más y usted se
sumerge más en la preocupación de si esa persona va a ser bendecida que en el mismo daño que
le pueda venir a su propia vida.
Ese es el espíritu de Jesús. Es por eso que algunas personas pueden rendir sus vidas por causa del
Evangelio, pueden rendir sus vidas por otros y pueden extender una mano bondadosa aunque esa
mano les regrese herida y sangrando. Esas personas pueden hablar con voz de amor aunque ellas
saben que pueden ser rechazadas en su propia cara. Estas personas pueden alcanzar a todos con
un corazón lo suficientemente grande para abarcar al mundo entero aunque ellas saben que
aquéllos se volverán contra ellas. Él llora porque sabe el precio que tendrá que pagar para que
Lázaro viva.
D. Jesús resucita a Lázaro
1. Él manda que la piedra sea removida
Estremecido y conmovido tremendamente, Él se acerca a la cueva, a la tumba que está cubierta
con una piedra. Aquí, como en todas las señales milagrosas anotadas en Juan, Jesús da una orden
para que las personas hagan ciertas cosas. Él usa el elemento humano en todos los milagros para
poder involucrar a las personas en el poder glorioso de Dios.
Oh, si en la actualidad de algún modo supiéramos entregarnos en Sus manos y decirle, “heme
aquí, Señor. Úsame. Líbrame de toda barrera y de todo lo que se pone entre nosotros y el libre
fluir de Tu Espíritu en mi vida”. Si tan sólo supiéramos cómo hacer eso, mi amigo (a), oh ese
afluente de vida, gracia y poder divinos fluiría en nosotros en una abundancia tal que traería la
gracia redentora y el amor del Salvador a la vida de las personas.
2. Ellos se resisten a Su mandato
Él les dijo: “Quitad la piedra”. Ellos protestaron diciendo: “Señor, hiede ya, porque es de cuatro
días”. La idea y la enseñanza de los rabinos era que cuando una persona moría, el espíritu cubría
al cuerpo con sus alas y esperaba en el cuerpo por tres días.
Después de cuatro días no había esperanza de que existiera la oportunidad para que ese cuerpo
resucitara y para que el espíritu entrara de nuevo en él. Ante los ojos de los judíos, durante el
tiempo de Juan y de acuerdo a este evangelio, esto hace de este milagro algo mucho más
milagroso y sensacional porque es el pasado que se reaviva. Para entonces, la deterioración ha
llegado al cuerpo y ahora “hiede”, según ellos dijeron. Era demasiado tarde, porque su espíritu
ya no estaba más cerca de él. El Lázaro real ya se había ido. No se había quedado esperando.
Está demasiado lejos como para ser traído de nuevo a este tabernáculo, a este cuerpo.
¡Oh, pero escuche! Quiero decirle que en lo que a Jesucristo respecta, un día no es más que mil
años y ciertamente así como Él puede resucitar a un hombre de entre los muertos después de
cuatro días, así mismo Él puede levantar de entre los muertos a alguien después de haber estado
muerto por cuatro mil años. Escúcheme, no hay ninguna limitación para el poder resucitador de
Dios. Jesús dijo: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto,
vivirá”. ¡Oh, aleluya! ¡Alabe a Dios!
3. Jesús ordena a Lázaro a salir
Mientras ellos quitaban la piedra, Jesús estaba estremecido, conmovido, temblando, gimiendo y
resoplando como hacen los grandes caballos de guerra dando zarpazos en tierra y listos para salir
a la batalla una vez dada la señal. Realmente ese es el cuadro. Jesús espera a las puertas de la
muerte donde está por derribar dichas puertas para liberar a un hombre que ha sido limitado por
el mismo poder de la muerte. Él está por derribar las puertas del Hades para traer a un hombre
que ha dejado este mundo, entonces Él clama en alta voz: “Lázaro, ven fuera”.
Oh, si Él no hubiera dicho “Lázaro”, todos los cuerpos de las tumbas en ese país se habrían
levantado ese día. Pero permítame recordarle que el día vendrá cuando esa gran voz será
escuchada de nuevo.
Juan dijo que el tiempo se acerca cuando los que estén en las tumbas oirán la voz del Hijo de
Dios y los que hayan hecho el bien se levantarán para vida eterna. ¡Oh, alabe Su nombre! Yo
estoy prestando atención para escuchar el sonido de la voz del Hijo de Dios.
Entonces, de repente, Lázaro se levantó. Lázaro estaba atado en su mortaja, con su rostro
cubierto, pero estaba en pie. Jesús ordenó: “Desatadle, y dejadle ir”.
Escuche amigo (a), Jesús está interesado en que usted sea libre, en que usted sea completamente
liberado, en que usted no le tenga miedo a la muerte, a la oscuridad, al pecado, a este mundo o el
mundo venidero. Él ha conquistado el pecado, ha conquistado la muerte, ha conquistado el
infierno y la tumba. Usted no tiene que vivir en miedo. Usted puede ser desatado y puesto en
libertad.
Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto. Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará. Jesús le dijo: Tu hermano resucitará.